El apoyo a la igualdad de género constituye hoy por hoy uno de los elementos cruciales en la lucha contra la pobreza a través del crecimiento y el desarrollo económico. En esta línea existen numerosas y solidas evidencias que demuestran cómo la mejora de las condiciones de trabajo de la mujer resulta fundamental para el alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible. El hecho de que las mujeres tengan garantizado el libre acceso a la educación, reciban y controlen sus propios ingresos, despliega sus efectos en aspectos esenciales del desarrollo humano reduciendo, por ejemplo, la mortalidad infantil o mejorando las condiciones de salud y nutrición infantiles.
Asimismo, la igualdad de género se ha demostrado en un potente impulsor del crecimiento económico, en la medida en que la mayor participación de la mujer en la fuerza laboral y su progresión en los diferentes niveles educativos han conducido de manera efectiva a un incremento de la productividad y a un crecimiento del PIB en el conjunto de países que han incorporado prácticas para potenciar el papel de la mujer en su tejido empresarial.
Este enfoque adoptado por un número de países y empresas cada vez mayor se encuentra en plena expansión en los campos económico y del desarrollo. Este argumento comercial a favor de la igualdad de género se consolida por momentos a medida que las empresas buscan explotar nuevas fuentes de ingresos, especialmente en el seno de mercados cada día más innovadores en los que la falta de atención a las cuestiones de género tiene un reflejo negativo en sus resultados. Después de todo, las mujeres representan el 40% de la fuerza laboral mundial, el 43% de la mano de obra agrícola global y más de la mitad de los estudiantes universitarios del mundo. De modo que, no aprovechar el talento y potencial productivo femenino tiene irremediablemente unos costes.
Fomentar la productividad femenina resulta fundamental para aquellas empresas que buscan perfiles de trabajadores cualificados y la captación de los mejores talentos para configurar equipos de vanguardia, más aún si cabe en aquellos sectores que emplean a un mayor porcentaje de mujeres. La igualdad de género también es un factor clave para aquellas empresas que persiguen expandir su base de consumidores y aprovechar los múltiples beneficios que ofrece el mercado femenino. Por norma general, a nivel global, las mujeres tienden a ser las principales consumidoras en el seno de los hogares, gestionando hasta un 70% de las compras que tiene lugar en los diferentes núcleos familiares. Teniendo en cuenta estas cifras, ignorar una poderosa base de consumidores como esta acarreará graves consecuencias negativas para el futuro comercial de cualquier empresa.
Los datos así lo han confirmado, contar con más mujeres en puestos directivos y de responsabilidad se traduce en un mejor desempeño corporativo. Los estudios han demostrado que aquellas empresas que cuentan con unos porcentajes más elevados de mujeres en sus comités directivos obtienen mayores tasas de retorno en cuanto a capital invertido y en sus cifras de ventanas, de hasta un 26% y un 16% respectivamente.
Una mayor diversidad se traduce indudablemente en superior innovación, en más independencia y en un mejor gobierno, factores todos ellos que contribuyen a aumentar los beneficios. Por todo lo anterior, garantizar una fuerza laboral y un liderazgo heterogéneo se ha convertido en una prioridad en auge para un número cada vez mayor de organizaciones. No obstante, a pesar de los indudables e importantes avances que se han logrado en este ámbito, los estudios también corroboran que la desigualdad de género continúa siendo un desafío persistente en la totalidad de estratos de la sociedad, desde la política hasta el mundo laboral.
Todavía hoy persisten barreras que obstaculizan en progreso de las mujeres y el despliegue de su máximo potencial en el mundo empresarial. Teniendo en cuenta la diversidad sociocultural que existe en la mayoría de los países, los desafíos que deben afrontar las mujeres en cada contexto particular pueden manifestarse de formas singularmente complejas y variadas. Sin embargo, hoy por hoy seguimos hablando de algunas realidades tristemente universales: la cúspide de los negocios continúa lejos del alcance de la mayoría de las mujeres y la brecha salarial de género persiste a nivel global. Bajo estas perspectivas, datos que a priori podrían resultar alentadores esconden una verdad diferente.
Por poner un ejemplo, en los países en desarrollo aproximadamente el 31% de las PYMES (unos 10 millones) son propiedad de mujeres; lo que estos datos ocultarían es que en su mayoría se trata de negocios pequeños ocupados en los sectores menos rentables de la economía.
Para transformar esa realidad y acabar con los prejuicios estructurales e institucionales que todavía perduran, hombres y mujeres de todo el mundo trabajan codo con codo en defensa de la igualdad de género. En este asunto las redes sociales han desempeñado un papel fundamental a la hora de darles voz y cambiar la mentalidad amplificando un mensaje de concienciación en contra de la discriminación.
Por todo ello, la Fundación Paneta Sostenible se ha comprometido a abordar cualquier forma de discriminación, asumiéndolo como una prioridad en el entorno laboral y con el objetivo de lograr un cambio sostenible a largo plazo.
Por Beatriz Lerín Bergasa
Fundadora de F. Planeta Sostenible