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Vivimos en una sociedad cada vez mas cambiante, mas acelerada, en una vorágine de consumo. Una sociedad en la que todo vale, a cualquier precio. En un mundo donde los recursos son finitos. Nuevos retos se añaden a los ya conocidos, tales como la digitalización, la robotización, el cambio climático, nuevas formas de violencia… retos que pueden provocar miedos e incertidumbres.

Pero hoy sí podemos decir que hay una alternativa; que hay una respuesta donde es posible afrontar estos retos, siendo un esfuerzo conjunto. Un plan de acción mundial para hacer frente a la pobreza, garantizar el bienestar de las  personas y cuidar el planeta en el que vivimos. Un plan no guiado desde el miedo, sino basado en los valores universales de la justicia, la solidaridad, y los Derechos Humanos donde las personas se sitúan en un primer plano, sin discriminación  de sexo u origen y sea cual sea su condición, que el planeta sea igualmente una prioridad y en continua alianza con todas las personas que habitamos el mundo: La Agenda 2030. Un compromiso que no sólo atañe a los gobiernos de todos los países del planeta, sino que interpela a las empresas, a las organizaciones no gubernamentales, a las universidades, sindicatos, a ti como ciudadano o ciudadana. La Agenda 2030 se aprobó en el año 2015 en  Asamblea de la ONU participando 193 países, ampliando y consolidando aquéllos que fueron sus predecesores, los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la primera conferencia  mundial para hacer frente  a los problemas globales.

Esta Agenda consta de los 17 ya conocidos Objetivos de Desarrollo Sostenible (en adelante, ODS) y es una agenda abierta, orientada a todos los países del mundo y de todas las personas. Todos los ODS están interconectados entre sí, es decir, el éxito de uno involucra cuestiones vinculadas a otro, de esta manera si trabajamos el ODS 13 (Acción por el clima) incidimos directamente sobre el ODS 3 (Salud y Bienestar), a modo de ejemplo.

No más «adquirir, usar y tirar»
Esta Agenda de la sociedad, nos viene a decir que hay que cambiar la manera de hacer las cosas. No se pueden hacer de la misma forma, hay que incorporar la economía circular, la economía digital (más eficiente en términos de recursos), es hacer más con menos, siendo éste un lenguaje de los ODS que guarda sintonía con la experiencia práctica de las empresas.  Toca replantearnos la forma en la que vivimos, nos vestimos y en la que nos movemos, pero principalmente nuestra manera de producir y consumir, la cual está basada en una economía lineal (adquirir, usar y tirar). Estamos llamados a este cambio que nos exige nuestro compromiso adquirido  en la Agenda 2030. Y las empresas, juegan un papel muy importante.

Teniendo en cuenta los tres ejes de la sostenibilidad (ambiental, social y económica), la sostenibilidad empresarial es ya una prioridad en los objetivos generales de las pequeñas, medianas y grandes empresas. Tomando como referencia la definición de APD (Asociación para el Progreso de la Dirección) “la sostenibilidad empresarial hace referencia a la capacidad de realizar las actividades durante un tiempo prolongado, teniendo en cuenta criterios sociales, económicos y ambientales que aseguren la continuidad del negocio. Además, debe convertirse en una prioridad para los empresarios, ya que es un factor que contribuye a aumentar la buena imagen de las entidades.”

En otras palabras, las empresas con un desarrollo sostenible no buscan exclusivamente la rentabilidad, sino que también se preocupan por proteger el medioambiente y realizar un reparto más equitativo de los recursos y las ganancias.

Entre otros ejemplos, nos encontramos con SAMU (Servicio de Asistencia Médica de Urgencias SA) y Fundación SAMU, que en su afán de avanzar en una sociedad más justa, consolidó el Área de Sostenibilidad en el año 2018, incorporando a sus objetivos empresariales, los ODS, haciendo partícipes del cumplimiento de la Agenda 2030 no sólo  a sus más de mil trabajadores, sino a las personas beneficiarias de los servicios que presta. ¿De qué manera? Aplicando economía circular, utilizando fuentes de energía renovable, implantando nuevos proyectos medioambientales, valorando cuidadosamente a sus proveedores que mantengan una línea ética y sostenible con sus productos, promoción de convenios con entidades colaboradoras para actuaciones conjuntas, etc.

Cada vez somos más quienes apostamos y trabajamos por una realidad sostenible. Juntos es posible. Por nosotros y la generación venidera. Tú sí puedes ser el cambio.

 

Rocío Alvarez Pineda
Directora de Sostenibilidad SAMU.

 

Una de las misiones de la Fundación Planeta Sostenible es divulgar hábitos, ideas e innovaciones relacionadas con la conservación del planeta y el avance de sus gentes. Apenas somos conscientes de ventajas que en breve disfrutaremos y que harán que nuestra huella ecológica sea menor, contribuyendo con ello a preservar nuestro hábitat para futuras generaciones. Hay tecnologías cada vez más maduras como las placas solares que ya tienen un impacto positivo en nuestras vidas… ¡y en nuestros bolsillos! Otras están en un estado menos avanzado en su acceso al mercado, como la electrificación de vehículos mediante célula de combustible de hidrógeno o los motores de aviación eléctricos. Algunas tecnologías que contribuyen a la descarbonización del planeta tienen serias contrapartidas; como el impacto visual de los molinos de viento o la gestión de residuos de las nuevas micro plantas nucleares. Sin embargo es un precio que hay que pagar si queremos disfrutar simultáneamente de una mayor prosperidad compatible que con un medio natural cada vez más frondoso y bio-diverso.

Viviendo en Andalucía, una tierra que tiene sed, ha habido un proyecto en concreto que me ha enamorado pero que todavía no ha visto la luz: la construcción de plantas de potabilización de última generación que bombea agua de mar a pantanos usando únicamente energía solar. Repaso éste y otros cuatro proyectos, que estoy convencido que nos van a cambiar la vida para mejor:

  • Pantanos solares con capacidad de potabilización de agua de mar: Este es un caso interesantísimo de hibridación tecnológica que combina la contrastada capacidad de producción de energía eléctrica solar, con las de desalinización de agua y bombeo al propio embalse o pantano. Se genera un triple beneficio: el desarrollo de la producción de excedentes de energía limpia; la generación de agua potable de gran calidad y la comercialización de un sistema con una capacidad ilimitada de exportarse a otros países, incluyendo los más necesitados. Este proyecto se está desarrollando en Andalucía por el Instituto de Domótica y Eficiencia Energética (IDEE) de la Universidad de Málaga (UMA) y se denomina «Agua+S».
  • Automóviles eléctricos: Si observamos la nueva publicidad de automóviles en Europa casi todos hacen relación a vehículos híbridos y eléctricos. Existe una conciencia clara en 2022 de que la electrificación del transporte terrestre es una cuestión de tiempo. La Unión Europea ha puesto como límite 2035 para la venta de vehículos de combustión interna. Esta tecnología tiene hoy dos frenos para su despegue definitivo: la escasa autonomía de los vehículos por un lado y la falta de puntos de recarga, por otro. Sin embargo, con el exitoso precedente de Tesla todas las grandes marcas están lanzadas a una carrera de inversiones estratosféricas para conseguir el liderazgo en la electrificación de nuestros utilitarios. Llegan rumores a los concesionarios de que se espera un salto cualitativo en autonomía en los próximos meses y la instalaciones de infraestructura de recarga, aunque todavía lenta, se está desarrollando sin descanso. Es un sector que está experimentando un crecimiento exponencial.
  • Baterías para autoconsumo eléctrico: En este momento, las baterías para almacenar energía de autoconsumo tanto domésticas como industriales, son o bien muy caras o bien muy voluminosas. El desarrollo de mejores y más asequible sistemas de autoconsumo tendrán un impacto capital para cada uno de nosotros, precisamente donde menos impacto visual tienen que es en los techos de las casas o las cubiertas de naves y edificios. Las nuevas baterías, más pequeñas y económicas permitirán que no se vuelque tanta energía a la red en momentos de gran producción y menor necesidad, pero sí nutrirnos de ellas en periodos de mayor demanda y precio. De hecho, el desarrollo paulatino de más y mejores baterías está ligado a la mejora de muchas otras tecnologías como comunicaciones y telefonía móvil, electrónica, agricultura o las ya mencionada de automoción y aeronáutica. La consecución de fuentes portátiles de energía, potentes y económicas constituirán una nueva revolución industrial.
  • Hidrógeno verde: Es una tecnología que se basa en la generación de este gas como combustible a través de un proceso de electrólisis. Según fuentes del sector:» el hidrógeno verde es un combustible universal, ligero y muy reactivo que utiliza la corriente eléctrica para separar el hidrógeno del oxígeno que hay en el agua. Si además esa electricidad se obtiene de fuentes renovables, se produce energía sin emitir dióxido de carbono a la atmósfera». La industria pesada es un consumidor intensivo potencial de esta fuente limpia, máxime dadas los condicionantes geoestratégicos que impone la dependencia de los combustibles fósiles. En España existen varios proyectos de inversión que suman 11.000 millones de euros para ser líderes en este sector tan estratégico.
  • Ingeniería de procesos de economía circular: Tiramos muchas cosas y guardamos mucho más de lo que utilizamos. Todos los que hemos vivido una mudanza nos asombramos «de lo que sale de una casa». Muchos son objetos inservibles o ropa que no nos hemos puesto en décadas. Para nosotros tienen escasa o nula utilidad pero constituyen una riqueza latente. Las oportunidades que confiere la reutilización de objetos usados está todavía dando sus primeros pasos. Para objetos muebles de alto valor añadido es más fácil recurrir a aplicaciones y plataformas como Wallapop o Milanuncios, pero no ocurre lo mismo con objetos obsoletos de todo tipo o con vestimenta o calzado en desuso. El inconveniente del despegue de la economía de circular es que lleva aparejado complejos procesos logísticos que deben ser muy eficientes para que resulten rentables. En los últimos años he visitado plantas de desmantelado de productos electrónicos y organizaciones que se encargan industrialmente de comercializar moda y complementos de segunda mano. En ambos casos, aunque aparentemente la materia prima es gratuita, la recolección, procesamiento, almacenaje, distribución y comercialización sí conllevan importantes inversiones de mayor cuantía. En la medida en que crezca la conciencia de que es mucho más económico y sostenible para el planeta comprar algo usado que volverlo a fabricar, estos procesos se desarrollarán con más fuerza porque serán rentables. Existe mucha disparidad, porque mientras que el 65% de los envases se reciclan en España, sólo el 12% de los llamados «residuos textiles» se les da un segundo uso.

Un efecto colateral muy beneficioso de la invención e implantación de tecnología sostenible es el efecto tractor que tiene sobre el empleo de calidad. España tiene la oportunidad de ser líder en economía sostenible y desde Fundación Planeta Sostenible contribuiremos a ello.

Dr. Carlos González de Escalada Álvarez
Presidente

Mientras el mundo se debate entre la sostenibilidad de las decisiones adoptadas a todos los niveles en la sociedad, ¿es el criterio de sostenibilidad prioritario en el ejercicio del liderazgo?

Pero, ¿qué es hacer sostenible una organización?; ¿cómo actuamos para responder a las necesidades actuales sin comprometer los recursos futuros?; ¿de qué forma podemos actuar en el ámbito de personas siendo sostenibles?

Gasto no es inversión, pero en el ámbito de personas es más común oír el coste de contratar que la inversión en contratación. ¿Por qué?, ¿cuáles son las diferencias?, ¿estamos pensando en satisfacer necesidades puntuales cuando contratamos o comprometer a las personas en el largo plazo apostando por generar oportunidades? En este objetivo de compromiso, una de las acciones claves es el liderazgo que se ejerce en las organizaciones. Mientras que hay otras que también contribuyen a incrementar el compromiso y que pueden residir en el equipo de trabajo, el liderazgo se impone frente al resto por goleada. El liderazgo es ese motor que puede inducir al cambio o dificultarlo y cuando se trata de compromiso, un buen liderazgo es un catalizador.

Por tanto, siguiendo la línea diferencial entre gasto e inversión, necesitamos un cambio de paradigma en lo que tiene que ver con el liderazgo. Necesitamos pasar de un gestor de personas y recursos a un facilitador. Esto implica pasar del “yo lidero” al “yo genero nuevos líderes”, porque eso es clave para generar sostenibilidad en las acciones que desarrollo. Organizaciones sostenibles en el tiempo, que sobrevivan en el largo plazo, que contribuyan a la sociedad con personas más comprometidas, eso es sostenibilidad empresarial.

Liderar para generar sostenibilidad
¿Hemos medido nuestra contribución sostenible como organización?; ¿qué estamos haciendo en nuestras entidades el ámbito de personas para generar sostenibilidad? En muchas ocasiones, se nos olvida que no basta con que yo lidere si no soy capaz de hacer que otros aprendan a liderar. Eso es hacer que las generaciones futuras reciban un aprendizaje en el que yo estoy invirtiendo y que perdurará en el tiempo.

¿En cuantas ocasiones la consideración de las personas como gasto me hace actuar de forma no sostenible?; ¿qué coste de oportunidad asumo como organización cuando no desarrollo a nuevos líderes?; ¿quién hará que mi organización sobreviva y sea sostenible en el tiempo, si no soy capaz de generar nuevos líderes con los valores necesarios para hacer que esto sea posible? Los líderes tenemos una responsabilidad ineludible en cómo desarrollamos a las personas de nuestras organizaciones, cómo ejercemos un desarrollo sostenible en la sociedad y qué efectos futuros tienen nuestras actuaciones hoy.

Lideremos de forma sostenible, posiblemente no tengamos datos de los efectos positivos que podamos alcanzar, pero sí muchos hemos vivido las consecuencias de no hacerlo.

Por Ana del Pino

Cofundadora del Grupo Abastare

En el año 2015, tras casi una década de trabajo por la UNESCO sobre la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS), se aprobó la Agenda 2030 que incluyó el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS 4) cuyas metas, además de asegurar una educación de calidad y permanente para todos, buscan que niños, jóvenes y adultos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible. Entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible fomenta los estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y la contribución de la cultura al desarrollo sostenible (meta 4.7).

Si nos remontamos unas décadas atrás, la educación ambiental ya en los años ochenta comenzó a integrar iniciativas específicas con una tendencia a la concienciación y modificación de conductas en favor de las políticas medioambientales gubernamentales. Esta corriente surge en los países nórdicos, donde se define la educación ambiental como la disciplina que trata la relación problemática del hombre con la naturaleza incluyendo la degradación del medio natural, la explotación y el reparto de los recursos, el crecimiento de la población humana y el exterminio de las especies animales y vegetales. Todo ello con el fin de lograr ciudadanos activos y bien informados.

Educación ambiental como objetivo
En la década de los noventa, el filósofo noruego Arne Naess se marca como objetivo de la educación ambiental, aumentar la sensibilidad de las personas a los bienes que no tienen que ver propiamente con el consumo, tales como la posibilidad de preservar el aire o el agua como un bien compartido. Es una responsabilidad asumir que una parte de los ejercicios de libertad que realizamos a diario, están destinados (directa o indirectamente) al consumo, implicando este en muchos casos el agotamiento de los recursos. En este recorrido, dejan de ser visibles acciones que la UNESCO describe en su informe “Serie de informes de investigación sobre el valor del agua” como el trabajo infantil tras la prenda de moda de la cadena de ropa internacional; pasando por las externalidades negativas de los 15.000 litros de agua requeridos para la producción de un kilo de carne; hasta la extenuación generalizada del medio ambiente para la obtención de materias primas o recursos comercializables.

Hoy en día, tal como nos recuerda el psicólogo y doctor Pedro Salinas (2021) y en consideración del medio ambiente, más que nunca sabemos que la expresión original “laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même” (Dejen hacer, dejen pasar, el mundo va solo), no puede considerarse como una vía cierta que garantice la sostenibilidad socio-medioambiental. Naomi Klein abre el debate sobre si las sociedades humanas estamos destinadas a consumir y extenuar la naturaleza como si fuéramos amos que estuviéramos en el planeta para someter y dominar o por el contrario somos una especie de tantas que tenemos el deber de convivir y someternos a poderes tan complejos e impredecibles que ni siquiera nuestros ordenadores pueden recoger.

Esta reflexión implica un giro urgente de conciencia y epistemológico (de codependencia, coparticipación y protección con la naturaleza) y pasa por regular y limitar aquellas conductas tanto de cuidado como de consumo donde comprometemos al medioambiente, teniendo en cuenta que las hasta ahora iniciativas orientadas en esta perspectiva no han sido suficientes. Ríos, mares, humedales, lagos, islas y grandes extensiones de tierra son hoy susceptibles de ser comercializados, intervenidos, alterados y explotados. Esto imposibilita que exista una conciencia clara de que el entorno natural forma parte también de una trama simbólico-material y de un sentido de identidad anclado a una comunidad, una región o un país. Sin embargo, la perspectiva de la conservación, el desarrollo y la sostenibilidad implica el equilibrio entre las dimensiones social, económica, legal, política y ecológica, desde una visión generalizada que impulse un deseable aumento de la conciencia de protección a los ecosistemas (Salinas Q, P. 2021).

Modificar nuestra conducta
Otros autores como Fritjof Capra proponen la idea de la co-adaptación, donde el ser humano se adapta a la necesidad de la Tierra y no al revés, considerando la necesidad de modificar la propia conducta así como la conciencia de nosotros mismos y del ambiente social y natural. Cuando el desarrollo cultural, social, económico y medio ambiental entren en un nuevo punto de confluencia, estaremos asistiendo a una revolución cultural, ya no para la sostenibilidad sino de la sostenibilidad. Marilyn Ferguson, afirma que “Si continúo pensando como siempre he pensado, continuaré actuando como siempre he actuado. Si continúo actuando como siempre he actuado, continuaré obteniendo lo que siempre he obtenido”. Sólo a través de la adquisición de la propia consciencia las personas podemos desarrollar una estructura mental transformable y abierta al cambio.

La EDS, alineándose con los ODS 2030 se orienta en fortalecer y comprometerse con la humanidad y la naturaleza, utilizando la educación como herramienta de transformación social. Por ello, garantizar una educación equitativa, inclusiva y que promueva nuevas oportunidades de aprendizaje para las personas durante toda la vida es una cuestión vital. La EDS requiere de metodologías activas y participativas que doten a las personas de autonomía y promuevan el pensamiento crítico, un modelo de educación donde adoptemos estilos de vida sostenibles y cuyo objetivo sea la transformación social.

La educación para la sostenibilidad refleja la preocupación por una educación de elevada calidad que ayude a las personas a entender lo que pasa (saber), a sentirse parte de la sociedad en la que viven (saber ser) y a conocer cómo pueden participar en los procesos de desarrollo (saber hacer). Pero, además, debe desarrollar la capacidad de aprender a aprender (Martínez H. J.2008). “Si la educación no nos puede ayudar en la clarificación del mundo en nuestras convicciones fundamentales y lograr un traspaso de valores y no de conocimiento, no puede educar al hombre y consecuentemente, no puede ser un valor real para la sociedad.” Schumacher (2001)

En 2018, SAMU, en su lucha por mejorar su modelo de empresa sostenible y en su afán de seguir creando nuevas oportunidades de crecimiento, funda el área de Sostenibilidad. Se persigue alcanzar con nuestras pequeñas acciones en cada uno de nuestros centros, los ODS encajados en la agenda 2015-2030 de la ONU. La Educación para el Desarrollo Sostenible es un elemento fundamental en el que basamos nuestras líneas estratégicas y para ello contamos con un equipo humano implicado en conseguir dicho propósito, y con una Dirección General que apoya la inversión en proyectos que fomenten, favorezcan, promuevan y consigan fusionar nuestra labor en dar respuesta a las emergencias de la sociedad con nuestra responsabilidad corporativa de cuidar el medio ambiente, nuestro planeta.

Por Beatriz Estrada Vida
Jefa de Estudios de Escuela Samu y
Directora Interina del Área de Sostenibilidad

El apoyo a la igualdad de género constituye hoy por hoy uno de los elementos cruciales en la lucha contra la pobreza a través del crecimiento y el desarrollo económico. En esta línea existen numerosas y solidas evidencias que demuestran cómo la mejora de las condiciones de trabajo de la mujer resulta fundamental para el alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible. El hecho de que las mujeres tengan garantizado el libre acceso a la educación, reciban y controlen sus propios ingresos, despliega sus efectos en aspectos esenciales del desarrollo humano reduciendo, por ejemplo, la mortalidad infantil o mejorando las condiciones de salud y nutrición infantiles.

Asimismo, la igualdad de género se ha demostrado en un potente impulsor del crecimiento económico, en la medida en que la mayor participación de la mujer en la fuerza laboral y su progresión en los diferentes niveles educativos han conducido de manera efectiva a un incremento de la productividad y a un crecimiento del PIB en el conjunto de países que han incorporado prácticas para potenciar el papel de la mujer en su tejido empresarial.

Este enfoque adoptado por un número de países y empresas cada vez mayor se encuentra en plena expansión en los campos económico y del desarrollo. Este argumento comercial a favor de la igualdad de género se consolida por momentos a medida que las empresas buscan explotar nuevas fuentes de ingresos, especialmente en el seno de mercados cada día más innovadores en los que la falta de atención a las cuestiones de género tiene un reflejo negativo en sus resultados. Después de todo, las mujeres representan el 40% de la fuerza laboral mundial, el 43% de la mano de obra agrícola global y más de la mitad de los estudiantes universitarios del mundo. De modo que, no aprovechar el talento y potencial productivo femenino tiene irremediablemente unos costes.

Fomentar la productividad femenina resulta fundamental para aquellas empresas que buscan perfiles de trabajadores cualificados y la captación de los mejores talentos para configurar equipos de vanguardia, más aún si cabe en aquellos sectores que emplean a un mayor porcentaje de mujeres. La igualdad de género también es un factor clave para aquellas empresas que persiguen expandir su base de consumidores y aprovechar los múltiples beneficios que ofrece el mercado femenino. Por norma general, a nivel global, las mujeres tienden a ser las principales consumidoras en el seno de los hogares, gestionando hasta un 70% de las compras que tiene lugar en los diferentes núcleos familiares. Teniendo en cuenta estas cifras, ignorar una poderosa base de consumidores como esta acarreará graves consecuencias negativas para el futuro comercial de cualquier empresa.

Los datos así lo han confirmado, contar con más mujeres en puestos directivos y de responsabilidad se traduce en un mejor desempeño corporativo. Los estudios han demostrado que aquellas empresas que cuentan con unos porcentajes más elevados de mujeres en sus comités directivos obtienen mayores tasas de retorno en cuanto a capital invertido y en sus cifras de ventanas, de hasta un 26% y un 16% respectivamente.

Una mayor diversidad se traduce indudablemente en superior innovación, en más independencia y en un mejor gobierno, factores todos ellos que contribuyen a aumentar los beneficios. Por todo lo anterior, garantizar una fuerza laboral y un liderazgo heterogéneo se ha convertido en una prioridad en auge para un número cada vez mayor de organizaciones. No obstante, a pesar de los indudables e importantes avances que se han logrado en este ámbito, los estudios también corroboran que la desigualdad de género continúa siendo un desafío persistente en la totalidad de estratos de la sociedad, desde la política hasta el mundo laboral.

Todavía hoy persisten barreras que obstaculizan en progreso de las mujeres y el despliegue de su máximo potencial en el mundo empresarial. Teniendo en cuenta la diversidad sociocultural que existe en la mayoría de los países, los desafíos que deben afrontar las mujeres en cada contexto particular pueden manifestarse de formas singularmente complejas y variadas. Sin embargo, hoy por hoy seguimos hablando de algunas realidades tristemente universales: la cúspide de los negocios continúa lejos del alcance de la mayoría de las mujeres y la brecha salarial de género persiste a nivel global. Bajo estas perspectivas, datos que a priori podrían resultar alentadores esconden una verdad diferente.

Por poner un ejemplo, en los países en desarrollo aproximadamente el 31% de las PYMES (unos 10 millones) son propiedad de mujeres; lo que estos datos ocultarían es que en su mayoría se trata de negocios pequeños ocupados en los sectores menos rentables de la economía.

Para transformar esa realidad y acabar con los prejuicios estructurales e institucionales que todavía perduran, hombres y mujeres de todo el mundo trabajan codo con codo en defensa de la igualdad de género. En este asunto las redes sociales han desempeñado un papel fundamental a la hora de darles voz y cambiar la mentalidad amplificando un mensaje de concienciación en contra de la discriminación.

Por todo ello, la Fundación Paneta Sostenible se ha comprometido a abordar cualquier forma de discriminación, asumiéndolo como una prioridad en el entorno laboral y con el objetivo de lograr un cambio sostenible a largo plazo.

Por Beatriz Lerín Bergasa
Fundadora de F. Planeta Sostenible

Cuando deseamos algo, lo hacemos por multitud de impulsos en cualquiera de sus fases de proyecto, ejecución o disfrute. Dichos impulsos están a su vez condicionados por multitud de motivaciones, unas positivas y otras negativas, que nos dan la esperanza de que los deseos satisfagan nuestra necesidad que puede ser primaria, social, laboral, específica, jurídica, etc. No siempre esos deseos son los que más nos interesan para nuestro desarrollo, pero en un momento dado, e influenciados también por multitud de factores internos y externos podemos pensar que sí.

¿Qué nos es útil para satisfacer nuestras necesidades? Sin duda, podríamos establecer una lista muy amplia de ellas: algunas creemos tenerlas y otras nos faltan sin que seamos conscientes de ello. Se nos olvidarían las que ya hemos cubierto, porque no la consideraríamos necesidades al no tener ya que alcanzarlas. Otras no estarían en la lista porque, aun siendo muy necesarias no las percibimos. Son lo que algunos llaman beneficios ocultos, que no nos damos cuenta de que disfrutamos y que curiosamente son los más importantes.

Estos beneficios ocultos que ya disfrutamos y que no valoramos, como he dicho, son los más valiosos. Es fácil comprobar cuando algo nos es útil ya que somos capaces de esforzamos y sacrificamos para conseguirlo; invertimos muchos recursos en estos casos: personales, económicos, etc. Pero cuando algo es valioso le prestamos menos atención, porque ya lo tenemos, se trata de cogerlo, de disfrutarlo y no nos preocupamos normalmente de mantenerlo porque… siempre está.

Tenemos y disfrutamos de algo que nos es muy útil, que nos cubre todas las necesidades básicas para la supervivencia y también de otras necesidades que sin ser básicas también son importantes para el desarrollo personal del individuo, algo que, a pesar de sernos útil y normalmente incompatible con lo valioso, nos es útil y valioso, como es el medioambiente.

Estamos haciendo poco por preservar el medioambiente, y sobre todo hacer que este beneficio que disfrutamos lo puedan disfrutar también generaciones futuras. Quizás porque las generaciones pasadas no supieron ver el valor de los recursos naturales y lo sensible que son al crecimiento exponencial que ha sufrido la humanidad en los últimos siglos. Los medios extractivos que se utilizan que son cada vez más agresivos y de consecuencias muchas veces insospechadas a priori .

¿Somos conscientes del problema a pesar del interés institucional y de distintas organizaciones por sensibilizar a la población? ¿Hacemos algo nosotros particularmente para mejorar esta situación? ¿En el día a día, qué puedo hacer yo por mejorar en mis hábitos de vida para favorecer y proteger el medioambiente?

Para conseguir todo esto, necesitamos apoyos y por supuesto compromisos, que pasan no sólo por la obligación de hacer y el derecho a disfrutar, como parte del equilibrio de la justicia social que debe predominar, sino por el ejercicio de nuestra propia responsabilidad y la de favorecer el ejercicio responsable de nuestro entorno.

 

Por José Manuel Hernández Bautista

Tengo el honor de inaugurar la sección de Artículos sobre Sostenibilidad de la Fundación Planeta Sostenible. Nace así la actividad divulgativa de un proyecto con la vocación de construir un mundo mejor. Vivimos tiempos muy emocionantes en los que estamos remodelando la forma de entender la prosperidad tanto del ser humano para extenderla al resto de los seres vivos. La sociedad quiere fundirse en armonía con el medio natural del que forma parte, cuidándolo y respetándolo. Queremos poner bonita nuestra casa común. Planeta Sostenible brota con la ilusión de ser un punto de encuentro nuevo en el que cualquier persona, de cualquier ideología, se sienta cómoda y acogida. Será un espacio de concordia para los que amamos al ser humano y a la naturaleza.

Los tiempos cambian y las maneras de prosperar también. Hace medio siglo, el factor de éxito de una empresa era su capacidad para generar beneficios. Se asumía con naturalidad que los negocios están para ganar dinero y cuanto más mejor. Hoy, sin perder de vista su viabilidad, las empresas son mucho más conscientes de su papel como agentes del bien común. Me cuesta pensar en alguna marca de éxito que se muestre despreocupada por cuestiones tan vitales como la igualdad, la diversidad, la reducción de contaminantes, el empleo digno, la búsqueda de energías limpias o la protección del medio ambiente. Todas las grandes marcas mundiales, al igual que nuestras instituciones públicas más punteras, han decidido ser actores socialmente responsables y dignos de confianza. El consumidor es cada vez más exigente con la sostenibilidad de lo que compra.

Terminando mis estudios de gestión en Londres, en 1999, tuve la oportunidad de desarrollar mi tesina sobre el impacto de las políticas verdes de la compañía British Airways y que eran totalmente desconocidas para la inmensa mayoría de sus clientes. Hice mi trabajo desde dentro del Departamento de Medio Ambiente de la compañía, que muchos de los empleados ni siquiera sabían que existía. Argumentaba yo en mi trabajo, que el hecho de que no se conociera lo que ya se hacía, privaba a la marca BA de grandes atributos y ello suponía la pérdida de un gran valor que sería excelente para su reputación. Para mi alegría, treinta años después IAG (dueña de BA e Iberia) posee una política medioambiental publicada y se ha comprometido a que sus aviones vuelen sin emisiones en 2050, entre otras muchas cosas.

Hoy sería impensable que una multinacional tuviera un departamento entero trabajando por su sostenibilidad sin que nadie lo supiera. Hoy, ser sostenibles y solidarios son un factor sine qua non de competitividad. Y al contrario, ser un empresario codicioso y abusón es algo que percibimos como obsoleto, egoísta y atávico. En una sociedad moderna, abierta y solidaria, todos tenemos ese pellizco por cuidar a los demás y cuidar nuestro medio natural. Lo moderno es ser sostenibles: ¿Quién no quiere agua limpia? ¿Quién rechaza proteger al diferente? ¿A quién le molesta cuidar nuestros bosques? ¿Quién puede oponerse a fomentar el empleo decente?

Implantación de los ODS como factor de competitividad
Afortunadamente, tenemos una guía clara de actuación para implantar medidas de sostenibilidad. Se está imponiendo el modelo de cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, promovido por la ONU. Una de sus grandes ventajas es que los ODS ofrecen un marco conceptual impecable, con el que es muy fácil identificarse. Consiste en diecisiete objetivos que son beneficiosos, idealistas y nobles. Existen además instrumentos de planificación y ejecución muy útiles paras las organizaciones que quieran adherirse a los ODS.

Poner en marcha planes para ser más sostenible es una tarea loable pero también compleja. En Planeta Sostenible ayudaremos de forma altruista a empresas y organizaciones a encauzar sus ideas para ser sostenibles y socialmente responsables. También a cualquier persona o colectivo que se plantee: «¿cómo puedo yo reducir mi huella ecológica?». Nos pondremos a disposición de líderes políticos y empresariales, impartiremos charlas informativas, crearemos alianzas, haremos proyectos solidarios y prestaremos servicios bonificados. El objetivo es «construir un mundo mejor» y por eso hago un llamamiento a quienes se quieran sumar a esta gran causa por el planeta, como también la Planeta Sostenible se aliará con instancias superiores que tienen la responsabilidad pública de la promoción de los ODS.  De manera creciente, las organizaciones  más modernas, más transparentes y más innovadoras han de incorporar a sus variables de gestión su impacto humano y ambiental, algo que empieza por la puesta en marcha de capacidades de medición y control, y que continúa con sistemas de gestión. Son nuevos tiempos en los que las organizaciones de mayor éxito económico y social serán las que demuestren vocación por el desarrollo sostenible.

Alistémonos para esta andadura apasionante.

 

Dr. Carlos González de Escalada Álvarez
Presidente y fundador