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El Patronato de la Fundación Planeta Sostenible ha aprobado hoy por unanimidad el Plan Director 2024 – 2029, que pretende llevar a cabo planes de reforestación y biodiversidad en el sur de España. En su informe, el Director Gerente, D. Carlos Delgado de Mora, presentó además el proyecto «El Mirador del Río Tinto», que pretende desarrollar una iniciativa de reforestación que combina excursiones con colegios y centros educativos, a lo que se sumaría la puesta en marcha de un paquete de desarrollo de turismo rural y revitalización poblacional de Berrocal y otros municipios de la Cuenca Minera de Huelva.

En este momento, la Fundación Planeta Sostenible está forjando alianzas con organismos públicos y privados para un enfoque diferente del mundo natural que aúne: la prevención de la despoblación, preservación de la escuela, el fomento del turismo rural y la mejora de la biodiversidad. El proyecto cuenta con el respaldo inicial del Ayuntamiento de Berrocal, de la Delegación de Medioambiente de la Junta de Andalucía, de la Universidad de Huelva y de la Fundación Samu.

Uno de las implantaciones tecnológicamente más novedosas será la creación de un Laboratorio de la Biodiversidad en colaboración con  facultades de ingeniería de varias universidades y que a su vez contaría con un Centro de Control de Reforestaciones. Se pretende empezar con un piloto que integraría los últimos avances en irrigación automatizada con fuentes de energía limpia.

En el año 2015, tras casi una década de trabajo por la UNESCO sobre la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS), se aprobó la Agenda 2030 que incluyó el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS 4) cuyas metas, además de asegurar una educación de calidad y permanente para todos, buscan que niños, jóvenes y adultos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible. Entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible fomenta los estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y la contribución de la cultura al desarrollo sostenible (meta 4.7).

Si nos remontamos unas décadas atrás, la educación ambiental ya en los años ochenta comenzó a integrar iniciativas específicas con una tendencia a la concienciación y modificación de conductas en favor de las políticas medioambientales gubernamentales. Esta corriente surge en los países nórdicos, donde se define la educación ambiental como la disciplina que trata la relación problemática del hombre con la naturaleza incluyendo la degradación del medio natural, la explotación y el reparto de los recursos, el crecimiento de la población humana y el exterminio de las especies animales y vegetales. Todo ello con el fin de lograr ciudadanos activos y bien informados.

Educación ambiental como objetivo
En la década de los noventa, el filósofo noruego Arne Naess se marca como objetivo de la educación ambiental, aumentar la sensibilidad de las personas a los bienes que no tienen que ver propiamente con el consumo, tales como la posibilidad de preservar el aire o el agua como un bien compartido. Es una responsabilidad asumir que una parte de los ejercicios de libertad que realizamos a diario, están destinados (directa o indirectamente) al consumo, implicando este en muchos casos el agotamiento de los recursos. En este recorrido, dejan de ser visibles acciones que la UNESCO describe en su informe “Serie de informes de investigación sobre el valor del agua” como el trabajo infantil tras la prenda de moda de la cadena de ropa internacional; pasando por las externalidades negativas de los 15.000 litros de agua requeridos para la producción de un kilo de carne; hasta la extenuación generalizada del medio ambiente para la obtención de materias primas o recursos comercializables.

Hoy en día, tal como nos recuerda el psicólogo y doctor Pedro Salinas (2021) y en consideración del medio ambiente, más que nunca sabemos que la expresión original “laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même” (Dejen hacer, dejen pasar, el mundo va solo), no puede considerarse como una vía cierta que garantice la sostenibilidad socio-medioambiental. Naomi Klein abre el debate sobre si las sociedades humanas estamos destinadas a consumir y extenuar la naturaleza como si fuéramos amos que estuviéramos en el planeta para someter y dominar o por el contrario somos una especie de tantas que tenemos el deber de convivir y someternos a poderes tan complejos e impredecibles que ni siquiera nuestros ordenadores pueden recoger.

Esta reflexión implica un giro urgente de conciencia y epistemológico (de codependencia, coparticipación y protección con la naturaleza) y pasa por regular y limitar aquellas conductas tanto de cuidado como de consumo donde comprometemos al medioambiente, teniendo en cuenta que las hasta ahora iniciativas orientadas en esta perspectiva no han sido suficientes. Ríos, mares, humedales, lagos, islas y grandes extensiones de tierra son hoy susceptibles de ser comercializados, intervenidos, alterados y explotados. Esto imposibilita que exista una conciencia clara de que el entorno natural forma parte también de una trama simbólico-material y de un sentido de identidad anclado a una comunidad, una región o un país. Sin embargo, la perspectiva de la conservación, el desarrollo y la sostenibilidad implica el equilibrio entre las dimensiones social, económica, legal, política y ecológica, desde una visión generalizada que impulse un deseable aumento de la conciencia de protección a los ecosistemas (Salinas Q, P. 2021).

Modificar nuestra conducta
Otros autores como Fritjof Capra proponen la idea de la co-adaptación, donde el ser humano se adapta a la necesidad de la Tierra y no al revés, considerando la necesidad de modificar la propia conducta así como la conciencia de nosotros mismos y del ambiente social y natural. Cuando el desarrollo cultural, social, económico y medio ambiental entren en un nuevo punto de confluencia, estaremos asistiendo a una revolución cultural, ya no para la sostenibilidad sino de la sostenibilidad. Marilyn Ferguson, afirma que “Si continúo pensando como siempre he pensado, continuaré actuando como siempre he actuado. Si continúo actuando como siempre he actuado, continuaré obteniendo lo que siempre he obtenido”. Sólo a través de la adquisición de la propia consciencia las personas podemos desarrollar una estructura mental transformable y abierta al cambio.

La EDS, alineándose con los ODS 2030 se orienta en fortalecer y comprometerse con la humanidad y la naturaleza, utilizando la educación como herramienta de transformación social. Por ello, garantizar una educación equitativa, inclusiva y que promueva nuevas oportunidades de aprendizaje para las personas durante toda la vida es una cuestión vital. La EDS requiere de metodologías activas y participativas que doten a las personas de autonomía y promuevan el pensamiento crítico, un modelo de educación donde adoptemos estilos de vida sostenibles y cuyo objetivo sea la transformación social.

La educación para la sostenibilidad refleja la preocupación por una educación de elevada calidad que ayude a las personas a entender lo que pasa (saber), a sentirse parte de la sociedad en la que viven (saber ser) y a conocer cómo pueden participar en los procesos de desarrollo (saber hacer). Pero, además, debe desarrollar la capacidad de aprender a aprender (Martínez H. J.2008). “Si la educación no nos puede ayudar en la clarificación del mundo en nuestras convicciones fundamentales y lograr un traspaso de valores y no de conocimiento, no puede educar al hombre y consecuentemente, no puede ser un valor real para la sociedad.” Schumacher (2001)

En 2018, SAMU, en su lucha por mejorar su modelo de empresa sostenible y en su afán de seguir creando nuevas oportunidades de crecimiento, funda el área de Sostenibilidad. Se persigue alcanzar con nuestras pequeñas acciones en cada uno de nuestros centros, los ODS encajados en la agenda 2015-2030 de la ONU. La Educación para el Desarrollo Sostenible es un elemento fundamental en el que basamos nuestras líneas estratégicas y para ello contamos con un equipo humano implicado en conseguir dicho propósito, y con una Dirección General que apoya la inversión en proyectos que fomenten, favorezcan, promuevan y consigan fusionar nuestra labor en dar respuesta a las emergencias de la sociedad con nuestra responsabilidad corporativa de cuidar el medio ambiente, nuestro planeta.

Por Beatriz Estrada Vida
Jefa de Estudios de Escuela Samu y
Directora Interina del Área de Sostenibilidad

El apoyo a la igualdad de género constituye hoy por hoy uno de los elementos cruciales en la lucha contra la pobreza a través del crecimiento y el desarrollo económico. En esta línea existen numerosas y solidas evidencias que demuestran cómo la mejora de las condiciones de trabajo de la mujer resulta fundamental para el alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible. El hecho de que las mujeres tengan garantizado el libre acceso a la educación, reciban y controlen sus propios ingresos, despliega sus efectos en aspectos esenciales del desarrollo humano reduciendo, por ejemplo, la mortalidad infantil o mejorando las condiciones de salud y nutrición infantiles.

Asimismo, la igualdad de género se ha demostrado en un potente impulsor del crecimiento económico, en la medida en que la mayor participación de la mujer en la fuerza laboral y su progresión en los diferentes niveles educativos han conducido de manera efectiva a un incremento de la productividad y a un crecimiento del PIB en el conjunto de países que han incorporado prácticas para potenciar el papel de la mujer en su tejido empresarial.

Este enfoque adoptado por un número de países y empresas cada vez mayor se encuentra en plena expansión en los campos económico y del desarrollo. Este argumento comercial a favor de la igualdad de género se consolida por momentos a medida que las empresas buscan explotar nuevas fuentes de ingresos, especialmente en el seno de mercados cada día más innovadores en los que la falta de atención a las cuestiones de género tiene un reflejo negativo en sus resultados. Después de todo, las mujeres representan el 40% de la fuerza laboral mundial, el 43% de la mano de obra agrícola global y más de la mitad de los estudiantes universitarios del mundo. De modo que, no aprovechar el talento y potencial productivo femenino tiene irremediablemente unos costes.

Fomentar la productividad femenina resulta fundamental para aquellas empresas que buscan perfiles de trabajadores cualificados y la captación de los mejores talentos para configurar equipos de vanguardia, más aún si cabe en aquellos sectores que emplean a un mayor porcentaje de mujeres. La igualdad de género también es un factor clave para aquellas empresas que persiguen expandir su base de consumidores y aprovechar los múltiples beneficios que ofrece el mercado femenino. Por norma general, a nivel global, las mujeres tienden a ser las principales consumidoras en el seno de los hogares, gestionando hasta un 70% de las compras que tiene lugar en los diferentes núcleos familiares. Teniendo en cuenta estas cifras, ignorar una poderosa base de consumidores como esta acarreará graves consecuencias negativas para el futuro comercial de cualquier empresa.

Los datos así lo han confirmado, contar con más mujeres en puestos directivos y de responsabilidad se traduce en un mejor desempeño corporativo. Los estudios han demostrado que aquellas empresas que cuentan con unos porcentajes más elevados de mujeres en sus comités directivos obtienen mayores tasas de retorno en cuanto a capital invertido y en sus cifras de ventanas, de hasta un 26% y un 16% respectivamente.

Una mayor diversidad se traduce indudablemente en superior innovación, en más independencia y en un mejor gobierno, factores todos ellos que contribuyen a aumentar los beneficios. Por todo lo anterior, garantizar una fuerza laboral y un liderazgo heterogéneo se ha convertido en una prioridad en auge para un número cada vez mayor de organizaciones. No obstante, a pesar de los indudables e importantes avances que se han logrado en este ámbito, los estudios también corroboran que la desigualdad de género continúa siendo un desafío persistente en la totalidad de estratos de la sociedad, desde la política hasta el mundo laboral.

Todavía hoy persisten barreras que obstaculizan en progreso de las mujeres y el despliegue de su máximo potencial en el mundo empresarial. Teniendo en cuenta la diversidad sociocultural que existe en la mayoría de los países, los desafíos que deben afrontar las mujeres en cada contexto particular pueden manifestarse de formas singularmente complejas y variadas. Sin embargo, hoy por hoy seguimos hablando de algunas realidades tristemente universales: la cúspide de los negocios continúa lejos del alcance de la mayoría de las mujeres y la brecha salarial de género persiste a nivel global. Bajo estas perspectivas, datos que a priori podrían resultar alentadores esconden una verdad diferente.

Por poner un ejemplo, en los países en desarrollo aproximadamente el 31% de las PYMES (unos 10 millones) son propiedad de mujeres; lo que estos datos ocultarían es que en su mayoría se trata de negocios pequeños ocupados en los sectores menos rentables de la economía.

Para transformar esa realidad y acabar con los prejuicios estructurales e institucionales que todavía perduran, hombres y mujeres de todo el mundo trabajan codo con codo en defensa de la igualdad de género. En este asunto las redes sociales han desempeñado un papel fundamental a la hora de darles voz y cambiar la mentalidad amplificando un mensaje de concienciación en contra de la discriminación.

Por todo ello, la Fundación Paneta Sostenible se ha comprometido a abordar cualquier forma de discriminación, asumiéndolo como una prioridad en el entorno laboral y con el objetivo de lograr un cambio sostenible a largo plazo.

Por Beatriz Lerín Bergasa
Fundadora de F. Planeta Sostenible

Cuando deseamos algo, lo hacemos por multitud de impulsos en cualquiera de sus fases de proyecto, ejecución o disfrute. Dichos impulsos están a su vez condicionados por multitud de motivaciones, unas positivas y otras negativas, que nos dan la esperanza de que los deseos satisfagan nuestra necesidad que puede ser primaria, social, laboral, específica, jurídica, etc. No siempre esos deseos son los que más nos interesan para nuestro desarrollo, pero en un momento dado, e influenciados también por multitud de factores internos y externos podemos pensar que sí.

¿Qué nos es útil para satisfacer nuestras necesidades? Sin duda, podríamos establecer una lista muy amplia de ellas: algunas creemos tenerlas y otras nos faltan sin que seamos conscientes de ello. Se nos olvidarían las que ya hemos cubierto, porque no la consideraríamos necesidades al no tener ya que alcanzarlas. Otras no estarían en la lista porque, aun siendo muy necesarias no las percibimos. Son lo que algunos llaman beneficios ocultos, que no nos damos cuenta de que disfrutamos y que curiosamente son los más importantes.

Estos beneficios ocultos que ya disfrutamos y que no valoramos, como he dicho, son los más valiosos. Es fácil comprobar cuando algo nos es útil ya que somos capaces de esforzamos y sacrificamos para conseguirlo; invertimos muchos recursos en estos casos: personales, económicos, etc. Pero cuando algo es valioso le prestamos menos atención, porque ya lo tenemos, se trata de cogerlo, de disfrutarlo y no nos preocupamos normalmente de mantenerlo porque… siempre está.

Tenemos y disfrutamos de algo que nos es muy útil, que nos cubre todas las necesidades básicas para la supervivencia y también de otras necesidades que sin ser básicas también son importantes para el desarrollo personal del individuo, algo que, a pesar de sernos útil y normalmente incompatible con lo valioso, nos es útil y valioso, como es el medioambiente.

Estamos haciendo poco por preservar el medioambiente, y sobre todo hacer que este beneficio que disfrutamos lo puedan disfrutar también generaciones futuras. Quizás porque las generaciones pasadas no supieron ver el valor de los recursos naturales y lo sensible que son al crecimiento exponencial que ha sufrido la humanidad en los últimos siglos. Los medios extractivos que se utilizan que son cada vez más agresivos y de consecuencias muchas veces insospechadas a priori .

¿Somos conscientes del problema a pesar del interés institucional y de distintas organizaciones por sensibilizar a la población? ¿Hacemos algo nosotros particularmente para mejorar esta situación? ¿En el día a día, qué puedo hacer yo por mejorar en mis hábitos de vida para favorecer y proteger el medioambiente?

Para conseguir todo esto, necesitamos apoyos y por supuesto compromisos, que pasan no sólo por la obligación de hacer y el derecho a disfrutar, como parte del equilibrio de la justicia social que debe predominar, sino por el ejercicio de nuestra propia responsabilidad y la de favorecer el ejercicio responsable de nuestro entorno.

 

Por José Manuel Hernández Bautista

Tengo el honor de inaugurar la sección de Artículos sobre Sostenibilidad de la Fundación Planeta Sostenible. Nace así la actividad divulgativa de un proyecto con la vocación de construir un mundo mejor. Vivimos tiempos muy emocionantes en los que estamos remodelando la forma de entender la prosperidad tanto del ser humano para extenderla al resto de los seres vivos. La sociedad quiere fundirse en armonía con el medio natural del que forma parte, cuidándolo y respetándolo. Queremos poner bonita nuestra casa común. Planeta Sostenible brota con la ilusión de ser un punto de encuentro nuevo en el que cualquier persona, de cualquier ideología, se sienta cómoda y acogida. Será un espacio de concordia para los que amamos al ser humano y a la naturaleza.

Los tiempos cambian y las maneras de prosperar también. Hace medio siglo, el factor de éxito de una empresa era su capacidad para generar beneficios. Se asumía con naturalidad que los negocios están para ganar dinero y cuanto más mejor. Hoy, sin perder de vista su viabilidad, las empresas son mucho más conscientes de su papel como agentes del bien común. Me cuesta pensar en alguna marca de éxito que se muestre despreocupada por cuestiones tan vitales como la igualdad, la diversidad, la reducción de contaminantes, el empleo digno, la búsqueda de energías limpias o la protección del medio ambiente. Todas las grandes marcas mundiales, al igual que nuestras instituciones públicas más punteras, han decidido ser actores socialmente responsables y dignos de confianza. El consumidor es cada vez más exigente con la sostenibilidad de lo que compra.

Terminando mis estudios de gestión en Londres, en 1999, tuve la oportunidad de desarrollar mi tesina sobre el impacto de las políticas verdes de la compañía British Airways y que eran totalmente desconocidas para la inmensa mayoría de sus clientes. Hice mi trabajo desde dentro del Departamento de Medio Ambiente de la compañía, que muchos de los empleados ni siquiera sabían que existía. Argumentaba yo en mi trabajo, que el hecho de que no se conociera lo que ya se hacía, privaba a la marca BA de grandes atributos y ello suponía la pérdida de un gran valor que sería excelente para su reputación. Para mi alegría, treinta años después IAG (dueña de BA e Iberia) posee una política medioambiental publicada y se ha comprometido a que sus aviones vuelen sin emisiones en 2050, entre otras muchas cosas.

Hoy sería impensable que una multinacional tuviera un departamento entero trabajando por su sostenibilidad sin que nadie lo supiera. Hoy, ser sostenibles y solidarios son un factor sine qua non de competitividad. Y al contrario, ser un empresario codicioso y abusón es algo que percibimos como obsoleto, egoísta y atávico. En una sociedad moderna, abierta y solidaria, todos tenemos ese pellizco por cuidar a los demás y cuidar nuestro medio natural. Lo moderno es ser sostenibles: ¿Quién no quiere agua limpia? ¿Quién rechaza proteger al diferente? ¿A quién le molesta cuidar nuestros bosques? ¿Quién puede oponerse a fomentar el empleo decente?

Implantación de los ODS como factor de competitividad
Afortunadamente, tenemos una guía clara de actuación para implantar medidas de sostenibilidad. Se está imponiendo el modelo de cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, promovido por la ONU. Una de sus grandes ventajas es que los ODS ofrecen un marco conceptual impecable, con el que es muy fácil identificarse. Consiste en diecisiete objetivos que son beneficiosos, idealistas y nobles. Existen además instrumentos de planificación y ejecución muy útiles paras las organizaciones que quieran adherirse a los ODS.

Poner en marcha planes para ser más sostenible es una tarea loable pero también compleja. En Planeta Sostenible ayudaremos de forma altruista a empresas y organizaciones a encauzar sus ideas para ser sostenibles y socialmente responsables. También a cualquier persona o colectivo que se plantee: «¿cómo puedo yo reducir mi huella ecológica?». Nos pondremos a disposición de líderes políticos y empresariales, impartiremos charlas informativas, crearemos alianzas, haremos proyectos solidarios y prestaremos servicios bonificados. El objetivo es «construir un mundo mejor» y por eso hago un llamamiento a quienes se quieran sumar a esta gran causa por el planeta, como también la Planeta Sostenible se aliará con instancias superiores que tienen la responsabilidad pública de la promoción de los ODS.  De manera creciente, las organizaciones  más modernas, más transparentes y más innovadoras han de incorporar a sus variables de gestión su impacto humano y ambiental, algo que empieza por la puesta en marcha de capacidades de medición y control, y que continúa con sistemas de gestión. Son nuevos tiempos en los que las organizaciones de mayor éxito económico y social serán las que demuestren vocación por el desarrollo sostenible.

Alistémonos para esta andadura apasionante.

 

Dr. Carlos González de Escalada Álvarez
Presidente y fundador