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Cuando deseamos algo, lo hacemos por multitud de impulsos en cualquiera de sus fases de proyecto, ejecución o disfrute. Dichos impulsos están a su vez condicionados por multitud de motivaciones, unas positivas y otras negativas, que nos dan la esperanza de que los deseos satisfagan nuestra necesidad que puede ser primaria, social, laboral, específica, jurídica, etc. No siempre esos deseos son los que más nos interesan para nuestro desarrollo, pero en un momento dado, e influenciados también por multitud de factores internos y externos podemos pensar que sí.

¿Qué nos es útil para satisfacer nuestras necesidades? Sin duda, podríamos establecer una lista muy amplia de ellas: algunas creemos tenerlas y otras nos faltan sin que seamos conscientes de ello. Se nos olvidarían las que ya hemos cubierto, porque no la consideraríamos necesidades al no tener ya que alcanzarlas. Otras no estarían en la lista porque, aun siendo muy necesarias no las percibimos. Son lo que algunos llaman beneficios ocultos, que no nos damos cuenta de que disfrutamos y que curiosamente son los más importantes.

Estos beneficios ocultos que ya disfrutamos y que no valoramos, como he dicho, son los más valiosos. Es fácil comprobar cuando algo nos es útil ya que somos capaces de esforzamos y sacrificamos para conseguirlo; invertimos muchos recursos en estos casos: personales, económicos, etc. Pero cuando algo es valioso le prestamos menos atención, porque ya lo tenemos, se trata de cogerlo, de disfrutarlo y no nos preocupamos normalmente de mantenerlo porque… siempre está.

Tenemos y disfrutamos de algo que nos es muy útil, que nos cubre todas las necesidades básicas para la supervivencia y también de otras necesidades que sin ser básicas también son importantes para el desarrollo personal del individuo, algo que, a pesar de sernos útil y normalmente incompatible con lo valioso, nos es útil y valioso, como es el medioambiente.

Estamos haciendo poco por preservar el medioambiente, y sobre todo hacer que este beneficio que disfrutamos lo puedan disfrutar también generaciones futuras. Quizás porque las generaciones pasadas no supieron ver el valor de los recursos naturales y lo sensible que son al crecimiento exponencial que ha sufrido la humanidad en los últimos siglos. Los medios extractivos que se utilizan que son cada vez más agresivos y de consecuencias muchas veces insospechadas a priori .

¿Somos conscientes del problema a pesar del interés institucional y de distintas organizaciones por sensibilizar a la población? ¿Hacemos algo nosotros particularmente para mejorar esta situación? ¿En el día a día, qué puedo hacer yo por mejorar en mis hábitos de vida para favorecer y proteger el medioambiente?

Para conseguir todo esto, necesitamos apoyos y por supuesto compromisos, que pasan no sólo por la obligación de hacer y el derecho a disfrutar, como parte del equilibrio de la justicia social que debe predominar, sino por el ejercicio de nuestra propia responsabilidad y la de favorecer el ejercicio responsable de nuestro entorno.

 

Por José Manuel Hernández Bautista